«…un hombre de conocimiento vive de actuar, no de pensar en actuar, ni de pensar qué pensará cuando termine de actuar.» dijo don Juan Matus, un chamán indio Yaqui a Carlos Castaneda, su discípulo en una ocasión en el marco de su aprendizaje.
Esto me llama la atención como para aplicarlo a la vida cotidiana y común. Llevamos años postergando algún deseo porque en realidad no lo deseamos, más bien deseamos lo que sí actuamos, lo que sí hacemos en nuestros días, en lo que sí hacemos en la vida día a día. Lo que sí deseamos es aquello de lo que tanto nos quejamos, que si algo no está bien, que si esto o aquello debería mejorar… pero al final insistimos en actuar en lo que se supone que no nos gusta, luego entonces, ¿porqué le ponemos tanta energía en el día a día a esas situaciones que no queremos como, reñir con la pareja, estar en mala lid con el compañer@ de trabajo, predisponerse a estar en conflicto ante la respuesta del hij@ entre tantos ejemplos? Parece que no terminamos de comprender que el flujo de nuestro karma personal está escondido (muy bien escondidito y a la vez muuuuy a la vista) de nuestro actuar en la vida, en nuestro actuar del día a día y bajo esas situaciones cotidianas como ir a una tienda por algo para comer, a la gasolinera para poner algo al tanque, al convivio familiar para llenar el domingo. Con cada paso que damos, con cada pensamiento y con cada sentimiento que colocamos en la mejor medida posible estamos alineando nuestra alma a la gran obra del creador y así nos garantizamos una mejor fluidez y vida, pero ¿porqué tanta reticencia al respecto? Pues bien, la verdad es que los humanos estamos hechos (creados) de tal manera que sólo podemos vibrar de una manera «receptiva»; es decir, que sólo podemos actuar para sacar un beneficio sí o sí. Y la perfección con la que fuimos creados es tal que no está en nosotros ser altruistas ni por asomo. He aquí la pregunta: Si estoy hecho de manera tal que sólo puedo actuar con egoísmo, ¿qué hay en mí que pueda salvarme de mi propio egoísmo?
¿Qué pregunta tan dura, verdad? Y sin embargo merece su pertinente respuesta. Pues al no tener las propiedades internas como seres humanos y hacernos espirituales por nosotros mismos lo único que nos queda es una influencia externa que nos lo proporcione (así es, el color rojo no se puede hacer verde por sí mismo ni la gallina se puede hacer perro por sí misma así como una lámpara no puede hacerse bocina por sí misma). Si eres perspicaz te podrás haber dado cuenta de que al estar bajo estas circunstancias no hay mucho que opinar acerca del karma… ¿o sí? ¿El karma se pule o no? Pues parece que mientas más hacemos por elevarnos, por vibrar más alto, el karma nos pega menos, pero no es necesariamente lo que pensamos que podría ser. Este es todo un tema, pero digamos que mientras más elevada es la manifestación de la consciencia más rápido me pegan mis karmas, no como los que manejan un nivel bajo de consciencia que pueden pasar toda una vida sin pagar por sus fechorías. Al elevarme en consciencia puedo conectarme con otro grado de karma, y desde que no hago acciones que me conecten con karmas densos, pues me libero de estos; más sin embargo, esto no significa que se pueda salir a la ley, nada de esto, hay que permanecer lúcido para salir poco a poco de esta rueda que gira y gira con los karmas en cada círculo que se hace y forja. Nunca te llegaste a preguntar porqué no naciste pordioser@ o en una familia multimillonaria. Pues es por el rol karmico que te tocó vivir en esta encarnación. Este rol se va definiendo sobre la marcha de nuestra vida presente, sobre ella se va afinando, desafinando, puliéndose y ensuciándose simultáneamente. He aquí que es importante que es conveniente actuar bajo la mejor influencia posible, bajo el mejor estado de ánimo posible, como dijeran los chamanes antiguos de México; sin desventura ni gloria, sólo haciendo lo que toca hacerse.
Creo que uno no puede salvarse de su propio egoísmo, pero sí podemos estar en buena lid para avanzar en el camino de la consciencia. Lo veo como ponernos de modo para que la consciencia nos acontezca, que sí seamos canales para ella y para eso, debemos hacer un trabajo arduo de descarapelar nuestra personalidad que suele estar llena de prejuicios, de reacciones en vez de ser proactiva, y un millón de aspectos ásperos por pulir.
Necesitamos muchos pretextos para no actuar y sólo uno para hacerlo. Al final, la vida se compone de experiencias asimiladas más que de otra cosa. Con karma o sin karma…